Por Camilo Osorio Sánchez
Su tronco se levantaba desde la mitad
del parque principal José Manuel Saavedra Galindo y desde ahí se erigía al
cielo con un montón de ramas robustas cargadas de hojas de diferentes
tonalidades del verde, una sobre otra, y otras ramas y más hojas, bordando un
follaje que cubría todo el perímetro del parque, de esquina a esquina, de un
lado al otro; simplemente era gigante.
“El sonido que alertó a todo el mundo
fue como un crujido, lo escucharon todos
los que estaban ese domingo en el parque y de inmediato llamaron a los bomberos
para que hicieran algo por él. Pero el Samán venía enfermo desde hace rato,
porque ya habían traído especialistas para que revisaran esa mancha negra que
botaba por sus ramas; decían que tenía cáncer”, me contó mi tía Amparo.
Mi tía guardó un pedacito del Samán
caído en su casa, recortes del periódico y fotografías del parque tras el
traslado de todo el cadáver. Ella, como muchos otros en Guacarí, lloró.
Recuerda que ese domingo muchos se
amanecieron en el parque esperando lo inevitable. Los bomberos habían amarrado
con lianas de acero todo el tronco del Samán, que medía aproximadamente 8
metros de diámetro, pero cada golpe del minutero fracturaba más la abertura. Y
entonces empezó el pánico.
“Decían que se iba a caer la Iglesia y
la Escuela Normal Superior, todas las
casas alrededor del parque, porque las raíces eran muy largas. Ya te imaginarás
el susto”, agregó.
Veintitrés años después el parque no ha
cambiado mucho. La iglesia que en honor tenemos a San Juan Bautista era blanca
y ahora es gris, despintada y tienes los vitrales rotos. Los cambios en la
Escuela Normal están adentro de sus aulas. Ahora hay un banco más, tres
discotecas, oficinas de servicios públicos, un pequeño centro de salud y muchas
losas del parque completamente desquebrajadas.
“Eso sí, el parque era bellísimo”,
recuerda Luzmila Hernández, una reconocida poeta del pueblo, “no como ahora que uno no puede caminar por
él, porque te puede atropellar una bicicleta y hasta motos, como si fuera una
calle más”.
Luzmila es guacariceña de cepa, siempre
ha vivido en el barrio El Limonar, uno de los más grandes y viejos de todo el
municipio. Maestra, poeta, trigueña, bombero, alta, líder, madre.
Bajo el límpido azul de su cielo, la
población abrió sus ojos y el árbol aún estaba allí. Los días de agosto son más
soleados, el aire es más fresco y los guacariceños ya estaban preparados para las Fiestas de San Roque, las que se hacen en honor al patrono del pueblo, que iniciaban el jueves próximo con una gran alborada.
Pero ese día, el Samán seguía enfermo. Amparo estaba
terminando de comer la arepa con queso del desayuno. Luzmila estaba sentada en
su escritorio. Las vecinas barrían la ceniza del andén. Y el sol calentaba como
todos los días en la mañana. Hasta que sonó una vez la sirena de los bomberos. El tronco crujía. Dos veces. Y sonó el teléfono. Tres veces, cuatro veces, como cuando se
muere un bombero. La poeta contestó.
- Aló -
- Luzmila, hablas con J.M. González, el periodista del
noticiero Campeones de Buga. Estoy emitiendo desde Guacarí, ¿qué poema tenés
allí sobre el árbol? -
- - ¿Por qué? -
- - Porque se cayó hace
unos segundos -
Lágrimas escurrieron por sus pómulos.
Amparo también lloraba. La sirena no paraba de sonar en el pueblo. Las lianas
se reventaron y el Samán sembrado por don Ramón Becerra en 1904, se partió por
su mitad exacta, y cayó lentamente sobre la tierra que del sol protegió, sin
ocasionar daño alguno. “Elegía al Samán”
fue escrita en segundos.
El alcalde Luis Rodrigo Álvarez, decretó en común acuerdo con el Concejo
Municipal, cancelar las Fiestas de San Roque y guardar tres días de luto al
imponente icono. Sólo quedaron firmes las cuatro palmeras sembradas en cada
esquina del parque, ahora desolado y custodiado por miles de ojos vidriosos que
llegaban a ver al cadáver.
Cuentan que esa noche muchos llegaron con sus velas y velones para llorar la terrible pérdida. Se quedaron allí hasta el alba, incrédulos de lo evidente.
Cuentan que esa noche muchos llegaron con sus velas y velones para llorar la terrible pérdida. Se quedaron allí hasta el alba, incrédulos de lo evidente.
Desde entonces del árbol sólo quedó su recuerdo:
un mural pintado en la Escuela Saulo Ricardo Molina, un cuadro con su imagen en
el restaurante de Macana, fotografías en los portarretratos familiares y su
inolvidable nombre en la Cooperativa de Taxis El Samán, Rifas El Samán y
Orquesta El Samán de Oro.
Samán de Guacarí cuando empieza a caerse, agosto de 1989. |
-Recuerdo que había tanta gente peleando por esos pedazos, que en un momento de esos, una señora se tiro por uno, cuando
el trabajador impulsaba su herramienta, y yo dije, ¡le arrancó el brazo! El
obrero lo detuvo de milagro y enojado les pidió que se quitaran de allí, porque
él no quería ver a otro guacariceño muerto – dijo Amparo mientras recordaba el
momento.
La razón de su muerte se corrió de voz a
voz: los temerosos hablaban del cáncer que dejó necrótico las escamas de su
tallo; los conocedores explicaron que un escarabajo africano le devoró las
raíces y el tronco. Otros hablaron de una mariposa blanca, muchos hablaron de
un hongo.
Cuatro días después asesinaron a Luis
Carlos Galán en Soacha, candidato presidencial por el partido liberal y el
Samán dejó de ser noticia. Se declaró su muerte natural, como por cosas de la
vida, pero nunca nadie investigó su
homicidio.
El samán caído, agosto de 1989. |
La característica de esta obra pública,
que estructuralmente es la misma en tiempos del 2012, fue bajar el nivel de la
tierra para levantar los muros, circulaciones y escaños, en los que hoy se sientan los novios y los
grupos de amigos para tomar aguardiente.
“Su follaje medía 60 metros de longitud
aproximadamente, cifra igual a la que tenía su raíz principal y superficial en
la tierra, como la de todos los samanes. Cuando subieron el nivel del piso del parque, una raíz se cruzó en el camino y tuvieron que cortarle algunos 15 metros. La
obra se concluyó y el parque quedó ‘perfecto’”, explicó Álvaro Javier Muñoz
Plaza, arquitecto guacariceño.
Siembra de un nuevo samán, tras caída del original. |
Pero en Guacarí por accidente se rompe
el asfalto de la calle y se funden las lámparas del alumbrado público. Por
accidente en este pueblo se muere mucha gente. Por accidente el municipio que en 1993 y 1994 fue el más pacífico del departamento,
hoy es un territorio anclado en algunas balas perdidas y un par de granadas que
alguien detonó accidentalmente.
Pero del Samán no sólo queda el
recuerdo. El 27 de diciembre de 1993 el Banco de la República aprobó por
Resolución Externa número veinte, de agosto 6 de 1993 de la Junta Directiva del
Banco, la circulación de la moneda de $500 pesos diseñada por el artista
caldense David Manzur en homenaje al Samán caído.
También quedan cerca de 18 fotografías y
dibujos guardados, con un reloj y un porta memos fabricados con la madera del
gigante, en el pequeño museo, que tiene Juvel Ospina un guacariceño de alma y
corazón, nacido en Caicedonia, Valle del Cauca.
Junto a la historia completa del Samán,
de la estampilla con la imagen de la Casa Colonial, de los afiches de cada versión del Festival
Latinoamericano de Danzas y de la historia de la Escuela Normal Superior, reposan en este
pequeño museo cerca de 80 variedades de orquídeas, 40 de anturios, 20 de bromelias
y el bonsái de un saludable Samán, hijo legítimo del árbol difunto “que ya
tiene 22 añitos”.
“El error del guacariceño es que no
vende las joyas que tiene. La Casa Colonial es una joya arquitectónica que vale
plata, pero no la venden. Aquí van dejando que todo lo importante de Guacarí no
salga a flote”, relata el coleccionista que trabajó durante 33 años como psicorientador de la Escuela Normal Superior Miguel de Cervantes Saavedra.
“Yo estaba aquí cuando se cayó el árbol.
También vi cuando trajeron en grúas al Samán que intentaron sembrar después, el
mismo que en meses terminó secándose. Y así como se murió ese, se pueden morir
los cuatro samanes que tiene el parque actualmente, porque usted nunca ve que
les hagan mantenimiento. Porque a Guacarí le falta es ganas”, añadió Juvel.
La memoria histórica que guarda Juvel
sobre el Samán y el resto de Guacarí no la tiene la Casa de la Cultura, ni la
Alcaldía Municipal, ni algún otro guacariceño de cuna. Porque en
1989 este era un pueblo
pequeño y sigue siéndolo aún,
porque el principal obstáculo del pueblo es que 'guacariceño come guacariceño',
porque hay que esperar a que se caigan todos los samanes del parque para
declararlo patrimonio, porque antes teníamos un icono y ahora no tenemos nada.
Por Camilo Osorio Sánchez
publicado en Revista Carreta N°1, abril de 2012
Derechos reservados
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Posdata: Nací dos meses después de la caída del Samán, pero para nosotros los de allí, el árbol es un fantasma que no desaparece. La moneda de $500 que tenía grabada su imagen era una prueba de ello. Pero a finales del 2012, el Banco de la República cambió al Samán de Guacarí por la Rana de Cristal en una de las caras de esa moneda. En rechazo a esa medida, esta carta abierta que publiqué en octubre pasado.
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Magnífica historia, no la conocía.
ResponderEliminarmuy buen articulo ;)
ResponderEliminarMuy buena historia, muchas gracias.
ResponderEliminarExcelente historia... no se si el Guacari de San Marcos sea hijo de este Guacari... tuve la oportunidad de conocerlo y es espectacularmente majestuoso... te invito a q lo visites y te lo imagines en tu pueblo
ResponderEliminarHola Lily, lamento contestar tan tarde. Gracias por tu comentario. El árbol de San Marcos según muchas publicaciones en internet, no es un Samán, sino un árbol de caucho. Tampoco se llama árbol de Guacarí, la gente le dice así porque lo relacionan con el de la moneda de $500, pero realmente el árbol de la moneda es el Samán del municipio de Guacarí, Valle que se cayó en 1989, tal como lo cuento acá. Un saludo.
EliminarBellisima historia, mi papa es de Guacari y fue el quien escribio el Poema "GIGANTE HERMANO" ganador en el concurso del poesia realizado por el grupo cultural “Agua” amigos de Guacarí, casa del al cultura, el 14 de agosto de 1990, al cumplirse un año de la caída del bellísimo samán que adornaba el parque, quisiera perdirles permiso para tomar prestada la fotografía del Saman, ara colocarla como ilustración en el poema. Mi nombre es Maria del Carmen Escobar y soy hija de Guillemo Escobar
ResponderEliminarHola María del Carmen. Qué interesante lo que me cuentas. Las imágenes que usé en este artículo fueron difundidas en Facebook y no las he vuelto a encontrar. Podrías revisar también las que hay en el banco de la Biblioteca Departamental que están en internet! Saludos.
Eliminaral fin conocí la historia de este árbol, de hecho muy bonita pero también triste, y para aclararle a muchos es famoso guacari de san marcos ni tiene nada que ver con este árbol de la historia puesto que son totalmente diferentes especies, el del pueblo de guacari como sus habitantes lo dicen es un saman que botanicamente es de la familia fabaceae y el "guacari" de san marcos es uno de tantos cauchos o arboles con latex del genero ficus de la familia moraceae, con una conclusión de que le han metido a la gente de que estos arboles son los mismos y que el que ven en la actualidad en san marcos es del mismo que hablan en guacari
ResponderEliminarPuede tomar la foto del árbol unos años antes de su desaparición. Como son pintora, lo he pintado tanto en acuarela como al óleo. Este último en tamaño grande. Tuve suerte de tomar esta foto para pintarla.
ResponderEliminarSilvia Schiess
Silvia, gracias por leer el artículo. No le gustaría compartirnos su pintura? Podría hacer un post sobre ello. Un saludo!
EliminarPuede tomar la foto del árbol unos años antes de su desaparición. Como son pintora, lo he pintado tanto en acuarela como al óleo. Este último en tamaño grande. Tuve suerte de tomar esta foto para pintarla.
ResponderEliminarSilvia Schiess
Puede tomar la foto del árbol unos años antes de su desaparición. Como son pintora, lo he pintado tanto en acuarela como al óleo. Este último en tamaño grande. Tuve suerte de tomar esta foto para pintarla.
ResponderEliminarSilvia Schiess
Buscando curiosidades sobre arboles me encontré con tu articulo, quede maravillada, realmente sensibiliza y al mismo tiempo hace visible esos gigantes que a menudo pasamos por desapercibidos. Saludos
ResponderEliminarlinda la historia leo q nombra la cooperativa las rifas y la orquesta , recuerdo que mi esposo en junio de ese año coloco una tienda video y le coloco el saman cuando a los dos meses cayo el árbol jue muy triste.
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